jueves, 8 de septiembre de 2011

De Santiago

Algunas semanas después, con una necesaria distancia, vamos a intentar hacer una devolución escrita del viaje a Santiago... Nos enfrentamos a una tarea difícil. ¡Es que la palabra es débil ante tan fuerte experiencia de vida! Pero vamos a intentarlo de todas maneras, y allá vamos...

Llegamos en dos micros, unas 120 personas, al polideportivo de La Banda. Allí acampamos algunos, las mujeres y los niños se acomodaron en sus respectivas habitaciones. Una vez instalados, nos manejamos con libertad, saliendo algunos para el barrio Los Lagos, otros para Santiago a dar la vuelta de recién caídos. Esa primera noche nomás, era el Carabajalazo, así que en grupazo nos fuimos a ver la seguidilla de conciertos. Vaya si nos encontramos con lo que fuimos a buscar. Una gran cantidad de gente bailando encendida, lugares de comidas típicas y las infaltables cantinas. Nos dimos al baile todos levantando la famosa tierrita para todos lados. La noche pasó rápida, como todo el resto del viaje, que se aceleró con la festividad. Es que en ese momento nos metimos en el corazón del ritual Santiagueño, de todo lo que ese Pueblo hermoso construyo de generación en generación con un respeto y un amor por lo nuestro verdaderamente admirable.

Al día siguiente a recorrer de nuevo las atracciones turísticas o visitar algún amigo Santiagueño para compartir unos mates... A la noche: la tan ansiada Fiesta de la Abuela. De ahí no paramos con la seguidilla: El domingo almorzamos y pasamos toda la tarde en el Patio de Baile del Indio Froilán, también generando un polvaderal. Ya afianzados a Santiago, que es para nosotros ya una provincia adoptiva. En el Patio hicimos lo que nosotros, arbitrariamente, dimos a llamar: La Chacarera más Grande del Mundo. Eramos unas 40 personas bailando una gran chacarera, poniendo toda la energía que tiene ese baile en el conjunto humano. Es esa energía una de las cosas inexplicables. Demasiado grande es la sensación de hermandad cuando todo eso se mezcla.

Volvimos al camping después del Patio del Indio, y, ya andando el ritmo de todas las fiestas que Santiago nos propuso, nos fuimos a la Fiesta del Violinero de Néstor Garnica. Impresionante noche, la última del viaje, en la que desplegamos casi todas nuestras fuerzas, reservando lo último para la tan ansiada visita a Villa Atamisqui.

El lunes nos levantamos bien tempranito y salimos para Atamisqui. Llegamos al mediodía a la casa de Elpidio Herrera, donde el Intendente de Atamisqui nos recibió con empanadas, vino y gaseosas. Después del almuerzo tuvimos una amena charla en la que nos contó su experiencia política, nos dió consejos y nos alentó a seguir por el apasionante camino de la política. Macanudazo Roberto. Fiel reflejo del Intendente de la Capital Nacional del Kirchnerismo. Ahí nomás comenzaron los conciertos. Varias bandas tocaron para darnos la bienvenida, hasta que finalmente presenciamos, vivimos y bailamos el concierto de Elpidio Herrera y sus Sachaguitarras. Descalzos en un gran patio de tierra, bajo el sol bravo de Santiago, vibramos con el sonido chillón de las Sachas... Inolvidables sensaciones las de esa tarde. Todas las energías dejamos en ese patio. Ahí sí, ya sin guardarnos nada. Tomando agua cada tanto y zapateando y zarandeando a más no poder. Allí repetimos una vez más nuestra gran chacarera, gigante emoción humana, y hasta escuchamos un Blues Sachero con las manos arriba coreando "¡Viva la Patriaaaaa!" a un Elpidio que es un fantástico exponente de la cultura Santiagueña, habitante estrella de la Capital de nuestras Convicciones.

Penando salimos en los micros de vuelta. Penando y con la lengua afuera. Abrimos el espíritu en Santiago. Lo abrimos en conjunto. Y experimentamos el exaltado placer de alcanzar un espíritu colectivo...

Viva la Patria, compañeros.

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